Literatura
A ninguna parte.
Aquí estoy moviendo las montañas,
Y las estaré moviendo para siempre. »
Literatura Maya de Guatemala
1
Esto fue profetizado:Dispersados serán por el mundo
Las mujeres que cantan, Y los hombres que cantan
Y todos los que cantan.
- Detalles
- Por Mario Camelo
Las victorias del miedo de Mario Camelo ( El libro Asuntos elementales, se haya fundido bajo este título)
delante de la noche, avanza el tiempo al encuentro de lunas enrojecidas. Y el año que pasó sobre las cimas... ah ! que me hable de lo móvil ! Oigo crecer la osamenta de una nueva edad terrestre.
Saint John Perse
1
Sal y olor de sal, inmemorial,
Tacto de sal y tatuaje salino
En lo más carnal de la sed y la ternura.
Rumbos y cifras
Que pulsan una oscura cuerda en el universo.
En la piedra,
Huella de gravidez elíptica:
Figura del infinito quehacer universal.
En la casa infinita,
Incesante - como una ciudad antigua -
La fuerza unificadora
Entre la corriente y el pez que engendra.
2
Se sabe que en el principio
Poblaba una urgente intuición de centellas,
Los árboles sagrados daban la medida
De la gran gestación
Y el mar ordenaba el secreto entre las conchas
Asaltando el vacío con medusas azules
Y poderes fabulosos.
De cierto,
No hay grito,
No hay hoja ni sangre,
No hay grano
Que no haya sido ordenado por el misterio.
3
Mario Camelo, Colombia 1952. Estudios de Literatura. Ha publicado varios libros de poesía en Colombia y España. Traductor de varios poetas suizos, italianos y franceses. Vive en Suiza desde 1979. Ejerce como fotógrafo profesional y traductor.
Allí están encaramados
En la más antigua aduana de los tiempos,
Innovadores de las profundidades:
Con sus tejidos de bestia próxima
Preparan el helaje de la memoria,
La extensión donde la muerte es inminente.
Ellos lamen, nocturnos,
La salvajería de herramientas
Con que alimentan el fuego central
Dioses más temibles
Que una necrópolis de hechiceros.
4
Esta es la casa infinita de los sueños del héroe:
Territorio de lenguas vertiginosas y Dioses de exacto pulso.
Toda la dureza
Desgasta las ventanas reptando desde los fondos...
Por los cristales el grito de gato de los ausentes.
En las paredes los arañazos de cachorros del tiempo
Se han vuelto amarillos...
Ciempiés y murciélagos habitan la casa
Que desde las tejas entretiene su ruina.
La arena del mar es otra cosa, pero la misma.
No hay huella que no sea la pelambre angosta del mangle,
Las plumas dispersas del suicida de los cielos.
Como si el derrumbe jadeara una pasión inútil
Trenzada en vastas invenciones.
5
Apenas con la ayuda de los rayadores secretos
Los muros difunden presentimientos de naufragios
Pese a la línea ideal de los astros,
A las muletas de los caminos del hombre.
Atacado por las furias y las penas,
El rayador enciende
La alarma en los horizontes.
6
A la fatiga tan armada de paciencia
Le suman el vértigo de la simulación
Azuzando las amenazas del viento.
Bien puede ocurrir que de repente
Nos levanten en vilo por encima de sus cabezas
Acusando los horribles signos que portamos.
7
Quién afila los papeles del hambre,
Agria las latas del desperdicio
En el centro de la danza desmayada
De los mendigos del desagüe?
Los fantasmas yacen en medio
Del desastre de los vencidos.
Una onda salvaje
Penetra la noche blanca.
Es el gran miedo.
8
"Todo lo que me recuerda a ella
me atraviesa como una lanza. "
John Keats
Y si en el rumor de sus manos
Se halla el expansivo tono del universo?
Y si en su espesura se refugian los hombre
Y las edades?
Y si su cintura es el alfabeto,
La línea, el texto Divino?
Y si una vez me llama
Y no la oyen mis palabras:
Quedará abierta
O cerrada
La puerta de la tierra?
9
Han quedado sin máscaras los muertos,
Sin pecheras los Tokis,
Sin tunjo los Mohanes:
Han condenado a muerte
A los espíritus de los muertos.
10
Los niños organizan su ira
En un tiempo de tajamares hundidos,
Compases y geografías de fantasmas.
Escuchad...
Desde la urdimbre de los violentos
Se oye crecer una nueva edad proteica
Pese a esta edad de sólida razón
Que en su furor argumenta un reino de provocaciones,
La testa rendida del animal sagrado.
11
Alguien se ha preguntado
Qué significa aquella distancia entre sus manos,
Esa mímica de amor, aquella confesión
Donde el silencio deja traslucir el mensaje de las ventanas?
Acaso conocen la vía de retirada de los sueños,
Los soportes de las iras más espléndidas.
De ellos, ninguno osa cerrar las puertas tras de sí.
12
El que huye con el vellón de los vientos
Posée las alas negras del áncora,
Bien plegadas a modo de lanza
Por si aparecen los capelos furtivos,
Los delgados caballeros de morrión.
Él se trenza con paisajes malheridos
Persiguiendo la calidad inocente de las manos
Con el muñón en llamas,
Mantiene en alto el grito de las mujeres
De frutación rebelde.
Ya astros seniles quisieran acusar sus sueños
De domicilio terrestre.
Y adoleciendo de torreones y cerraduras
Ampara las siluetas acortando la distancia de la muerte,
Exquisita la credulidad de los encuentros
Llenando de peces el esqueletaje de navíos esforzados,
Se adentra a la acción precursora de los ciervos
Que beben germinaciones de nuca al cielo.
Luego describe el círculo animal del perro
Viniendo a dormir a filo de hacha de nuestra ira.
A Juan Sebastián
13
Alguien ha quedado dentro o fuera largamente como en un tiempo de aguas obligadas, donde la grupa de la noche en maridaje con los muy vecinos del silencio, caza por vía del aire la mitad perfecta de la espalda, que en su desnudez perpleja algo recuerda de una época de estampidos, el intercambio de astucias, de confusión de relámpagos ciegos, de tigres precipitadamente heridos en el estanco de extrañas encomiendas.
En el fondo, nadie ha dormido desde entonces... es la vigilia de las memorias tontas.
14
1.
Ah! callejón de vírgenes ineluctables, ojo entrehechizado navegando a lo largo de mi aparejo como un trono de felpas de colores desunidos precedido de fuegos de arpa, de pérdida de islas lentas.
2.
Conquistadora del aire plantada al pórtico del prostíbulo, originadora de animosidades luminosas, educa de palomas la sombra.
3.
Quien abreva
En la fuente de las secreteadoras
Bebe un influyente pulso,
Y la geografía estallada
De los inocentes.
15
Venerables de ardides y revueltas, dulces hasta el delirio dosificando sus victorias en años mal definidos atareados de durmientes, dejan en el alma el sabor ácido de las grandes quemas.
Detrás de las maravillosas pasturanzas de que nos hablan, puede adivinarse una camada de pájaros finos seduciendo el curso del infinito hartazgo, un tropezón de cifras escritas con tallo de anís bajo el nivel de las aguas ardientes.
16
La mar no está tendida sino alzada
Desde el lecho de los signos
En que aposentan las gravedades,
De ahí su frente de extensas fosforescencias íntimas,
Su confusa, mortal cetrería,
El ronco vasto de su tacto mutando hacia las Divinidades.
En el fango el mismo vértigo del universo,
En él los Dioses libraron su voz al hombre,
Tallaron el grande sueño,
La idea de su naturaleza.
17
Pasan vadeando el hombro,
Erizando de premoniciones la espalda,
Bestias pasmosas que lapidan
Al mismísimo oráculo de los vientos.
18
Lo que más me da miedo
Es que la noche se pierda,
Y tú a lo lejos
Con el ladrido de los perros.
19
Recogido al día y a mí nos lleva dentro, perdurable, alentando el comienzo. Nunca he podido decir lo que exactamente representa, es que llega como una fruta brutal, de repente, al vientre de las manos.
20
La mujer es líquen nuevo, provincia donde Dioses y hombres crean un pacto lento y precario. La mujer separa lo superfluo de lo salobre por boca de profetas, forja anclas hechizadas para los rumbos del hombre, ayuda los goznes a soportar el peso del desierto que se extiende desde las ventanas de la casa infinita.
Una la luz la porta, como dos ojos reflejándose en el mismo favor descubierto; todo en ella es cuidado de lo inculto que va conduciendo los días; ella es alianza, ensayo de salvación del olvido y del esfuerzo. La adición se amplía cuando toca el lento reino de los sueños del hombre, anuda sus distancias, orienta lo antiguo y lo torpe que deambula en él hacia regiones palpitantes donde el asombro halla reposo, adquiere las propiedades de la miel.
Entonces las horas vastas en una comarca de tierras blancas, y en cada ardor todas las promesas del aliento!
21
Mis jadeantes ojos abiertos
No cumplen sino el afán de llegar a ti
Antes de mi muerte
Como un aluvión de conversaciones
Evaporando el rocío.
Mi alma necesita venir a orar
En tu cuerpo hija de las tribus,
Los años y las aguas lentas me han perdido.
Las victorias del miedo de Mario Camelo, Bogotá, Colombia. 1978. Ediciones PUBLITEXTOS. Cortesía del autor Mario Camelo para Aurora Boreal®
- Detalles
- Por Mario Camelo
Obsesionada por el peso de la historia, esta época pretende subjetivizar el tiempo histórico, ceñirlo a ciclos de vida interior. Se diría que en la proyección individual, el dato de la conciencia se va allegando a la significación histórica a medida que el contenido social del tiempo deviene más mítico. Una rara coordenada asemeja este proceso a la poesía, originalmente comprometida con la historia en cuanto « realidad arquetípica »(Octavio Paz, El Arco y La Lira, Fondo de Cultura Económica. México, 1956, p. 187 y ss.).
- Detalles
- Por Helena Araújo
- Detalles
- Por María Clemencia Sánchez
Relatos, irrelatos, minirrelatos, cuentititos
Señores, estoy cantando,
Lo que se cifra en un nombre
Jorge Luis Borges
- Detalles
- Por Norberto Gimelfarb
Candelario Obeso es un poeta fundamental no sólo para el acervo cultural de Colombia, sino también por el controvertido título de precursor de la poesía negrista. Vivió durante los años en que se pusieron en práctica las leyes abolicionistas. De hecho, la esclavitud se dio por concluída en 1852, pero fue sólo la firma de un documento, ya que los españoles siguieron por mucho tiempo perpetuando la costumbre europea.
- Detalles
- Por Eleonora Melani
LOS DESCEREBRADOS DEL BOSCO
"Maestro, quítame la piedra, me llamo
Lubbert Das". Mi cabeza en la flor
y la flor en la mesa. Yo proclamo
la forma circular de mi dolor.
La mujer con el libro que cerrado
descansa sobre la mesa redonda
y el embudo invertido apuntado
al cielo de un paisaje escaso de fronda.
- Detalles
- Por Jorge Castañeda
nos sofocan,
nos empujan presurosas
en sus laberintos.
La piel siente sus roces
que se agotan al percibir
lo superfluo.
Dejamos de existir
en el adentro,
el ángel que nos guía
ya no habla...
¿Lo mata lo externo
o sólo cierra
el pasaje de luz
que nos contacta?
- Detalles
- Por Emilse Zorzut
Estrella que cae
I
Como un parpadeo
de ojos que huyen,
estela que atrapa
un sueño que espira.
Y nos preguntamos
donde el brillo anida,
si acaso su huida
desafía al sol.
En cierne un deseo
como rito mágico
nos convierte en ansias
que buscan respuestas.
El sueño nos vence,
nos dice: ¡Mañana!,
y así el alma vuela
en busca del alba...
- Detalles
- Por Emilse Zorzut