'El novelista hace preguntas' - entrevista

juan_gabriel_vasquez_002Elogiado por Villa Matas, Bryce Echenique y Juan Marsé, el escritor colombiano radicado en Barcelona, Juan Gabriel Vásquez, dialogó con Marcos Fabián Herrera, sobre su obra, la vigencia de la novela y el ejercicio de la crítica literaria. Su febril convicción en la palabra y su rigurosa disciplina de novelista, afloran en esta conversación.

 

 

1. Esa tradición de escritores poligrafos, con nombres como Baldomero Sanín Cano y Hernando Valencia Goelkel, hoy en día en Colombia, parece no tener sucesores. Por eso sorprende encontrar a un escritor colombiano que asuma con tanto rigor el ejercicio de la crítica. ¿Ante esta orfandad de crítica, le corresponde a los escritores llenar este vacío?

Siempre he creído que, salvo raras excepciones, los creadores son los mejor dotados para ejercer la crítica. El problema es que escribir crítica seriamente requiere de una cierta dosis de generosidad (el tiempo y la inteligencia dedicados a una obra ajena), y no es fácil encontrar escritores capaces de ser generosos con su competencia. Baudelaire dijo que cada vez resulta más difícil ser artista sin ser crítico, con lo cual quería decir que el artista espontáneo o instintivo ya no tiene mucho futuro. Yo creo que mi trabajo como escritor pasa por el conocimiento de una tradición y el examen riguroso de sus mecanismos, y la crítica no es más que una magnífica forma de aprender a leer. De todas formas, toda buena novela es metafóricamente un comentario sobre otra novela.

2. En Los informantes el narrador Gabriel Santoro es un periodista y, en Historia secreta de Costaguana, entreveradamente se desliza una reflexión sobre el periodismo y su relación con el poder. ¿Ha desdeñado la literatura colombiana la revisión de esa simbiosis?

Marcos Fabián Herrera Muñoz, Colombia, 1984. Poeta y periodista cultural . Integra el comité editorial de la revista Puesto de Combate y del periódico virtual Con - Fabulación. Sus diálogos con escritores y artistas para la prensa cultural hispanoamericana, le han reportado unánimes elogios y lo han ubicado como uno de los cultores más versátiles, documentados y agudos de la conversación literaria. Autor del libro El Coloquio Insolente - Conversaciones con Escritores y artistas Colombianos (dos ediciones) y del poemario Huerto de Olvidos. Incluido en antologias de cuento, poesía y periodismo literario.

No lo creo: hay varios personajes que ejercen el periodismo en la literatura reciente del país. Pero por supuesto que el periodismo tiene papeles muy distintos en mis dos novelas: en la primera es apenas un vehículo, puesto que Gabriel Santoro debía ser un investigador de la realidad, y el oficio del periodismo me daba eso. En Costaguana, en cambio, sí que hay un examen dedicado de la relación entre el periodismo y la política; pero es que así sucedió hacia 1880 en Panamá, cuando los intereses creados por la construcción del Canal generaron niveles de corrupción periodística muy pocas veces vistos.

3. George Steinier proclamó hace algunos años la muerte de la novela. ¿Viva?, ¿muerta? o ¿agónica?

La proclamación de la muerte de la novela me aburre terriblemente. Si en la misma época aparecen novelas como La mancha humana, Desgracia, Los hijos de la medianoche, Nieve y un larguísimo etcétera, ¿entonces qué? ¿Qué son Philip Roth, JM Coetzee, Salman Rushdie y Orhan Pamuk? ¿Son muertos vivientes? No, la novela estará viva mientras el hombre se pregunte por su lugar en el mundo, mientras el mundo siga siendo un lugar misterioso.

4. Los escritores hispanoamericanos han sido por tradición o necesidad viajeros, trashumantes. ¿En su caso ésta condición ha sido indispensable para su obra?

Creo que sí. Mi idea de la literatura pasa por el ensanchamiento de la experiencia, por conocer tanta porción del mundo como sea posible. Además hay una cuestión de temperamento: me siento bien afuera, me gusta no estar del todo en todas partes, ser medianamente extraño y por eso gozar de ciertas impunidades que en Colombia no tengo.

5. El escritor chileno José Donoso, en su libro Historia Personal del Boom define a Mario Vargas Llosa como el niño atento de la clase. Por su disciplina uno podría definirlo el niño atento de la literatura colombiana...

No me molesta para nada la comparación. La figura de Vargas Llosa ha sido muy importante para mí, y con el tiempo me he dado cuenta de que esa importancia no se debe tanto a razones estrictamente literarias (su técnica, que copié alguna vez), sino a razones de oficio: a la idea de convertir el ejercicio de la literatura en una disciplina despiadada, una dedicación constante que no admite medias tintas ni diletantismos. Pero, aunque sé que trabajo más horas que la gran mayoría de mis contemporáneos, esto no quiere decir que éste sea el único método correcto: para mí escribir es un vicio que requiere, paradójicamente, una disciplina de hierro. Pero no para todo el mundo tiene que ser así.

marcos_fabian_herrera_0016. Usted tradujo para la editorial TURNER el memorable texto periodístico Hiroshima de John Hersey. ¿Cómo enriquece la traducción su oficio literario?

Es una gran escuela. El oficio de escritor es, en parte, el oficio de dominar técnicas diversas, de dominar todos los usos posibles que tiene ese aparato tan raro que es la prosa. La mejor manera de aprender esas cosas es leyendo con atención, y la traducción es la forma más perfecta de lectura. Mediante la traducción uno se adueña de recursos estilísticos o técnicos que no podría dominar de otra forma. Traducir a Hersey, o a Forster, o al que sea, es aprender a hacer cosas que de otra forma no sé si aprendería.

7. Sus columnas de prensa advierten un escritor al tanto de la situación de su país orignario...

Por supuesto. Nunca pierdo el contacto con Colombia, y en este momento Colombia es mi gran obsesión. El ejercicio, de todas formas, es radicalmente distinto del oficio de novelista: el novelista hace preguntas, pero nunca da respuestas; el columnista quiere dar respuestas que les sirvan a los lectores. El novelista escribe porque no sabe y la novela es su herramienta de conocimiento; el columnista escribe porque cree saber algo con relativa certeza y quiere compartirlo.

8. Si la novela es el territorio reflexivo que distorsiona, problematiza, e indaga los hechos, ¿Ha respondido la novelísitca colombiana a esta misión?

Desconfío de estas generalizaciones, ¿sabe? La novelística colombiana es un cuerpo muy amplio con resultados muy dispares. Desde luego que muchas grandes novelas colombianas han cumplido con esas exigencias, pero hay otras que no se lo han planteado y son grandes de todas maneras. No creo mucho en programas, no creo en la literatura como actividad colectiva: los itinerarios personales son intransferibles, porque responden a obsesiones muy profundas. Lo que yo quiero que hagan mis novelas no tiene por qué ser lo que quiera el de al lado. Y está bien que así sea.

9. ¿EL tiempo que intenta vengarse del hombre, es lo revelado en Historia Secreta de Costaguana?

Si por tiempo entendemos Historia, tal vez sí. Faulkner escribió: "El pasado no está muerto. Ni siquiera es pasado." Tenía razón.

La entrevista al escritor Juan Gabriel Vásquez 'El novelista hace preguntas' realizada por  Marcos Fabián Herrera enviada a Aurora Boreal® por Marcos Fabián Herrera. Foto de Marcos Fabián Herrera©Marcos Fabián Herrera. Foto de Juan Gabriel Vásquez©Nina Subin (Alfaguara).

 

Suscríbete

Suscríbete a nuestro boletín y mantente informado de nuestras actividades
Estoy de acuerdo con el Términos y Condiciones