Arturo Corcuera - Domingos de poesía

Arturo Corcuera (Perú 1935-2017). Poeta y profesor universitario. Entre otros galardones recibió el Premio Nacional de Poesía 1963 y el Premio Casa de las Américas 2006. Obtuvo la Orden Rubén Darío de Nicaragua en 2017. En su original universo poético el autor fabula con gran maestría todo aquello que lo asombra, a partir de observaciones agudas que sintetiza de manera exacta e ingeniosa en sus versos. La utilización de recursos retóricos y fonéticos, el tono inocente y juguetón, el humor y cierto espíritu infantil están presentes en sus textos. En ellos también se observa un trasfondo intimista y social. Noé Delirante es su obra más significativa y cuenta con más de una decena de ediciones, a las que se han ido sumando nuevos poemas. Algunos críticos llaman a Corcuera El mago de la palabra.

FÁBULA BIOGRÁFICA DEL ZANCUDO

Noctámbulo y sinuoso,
emblema de la Parca,
arrastra mala fama
por toda la comarca.

Por su sed insaciable
y su cárdena renta:
espectro de oligarca.

No vive de sus manos,
colérico y picudo,
sorbe la sangre ajena
el fúnebre
zancudo.

 

 

FÁBULA DE LA LUCIÉRNAGA
Y SU SUEÑO TERRORÍFICO

Diamante en trizas.

Semáforo diminuto
que señala el rumbo
de las libélulas

Posada sobre un madero
cantas intermitente,
astilla de lucero.

 

 

FÁBULA DEL CANARIO

1

Trino,
lloro
fino,
rubia
lluvia
de oro.

2

Saltando
de alba en alba,
en una y otra rama
extiende su estribillo.

Cantarina jaula,
breve cántaro de cantos,
amarilla fontana.

El canario es el grillo
en la edición de la mañana.

               A Alejandro Romualdo

 

 

FÁBULA Y METÁFORA DEL GALLO

Reloj despertador,
hijo apócrifo del papagayo.

No anuncia la madrugada
el tornasol clarinero.

—¿Qué tiene el gallo
que se ha callado?

—Hay que llevarlo al relojero.

 

 

FÁBULA DE MAESE CUERVO

Sombra de plumas
que empolló la noche.

La noticia funesta,
las defunciones,
de maese cuervo
son lectura diaria.

«¡Ah —exclama—,
si tuviese
agencia funeraria!»

 

 

BREVÍSIMA FÁBULA DE LA PERSIANA

Cebra
que se quedó atrapada
en la ventana.

               [Libro primero: Presagios del diluvio]

 

 

EL HEREJE

Nadie podrá convencerme
que el tren
no es larva de mariposa,
que el avión
no tiene plumas,
que el mar
no bebe cerveza,
que la luz
no es una flor.

 

 

FIEBRE AMARILLA

Amarillo,
amarillo, amarillo,
amarillo, amarillo, amarillo,
¿de que color nacerán los canarios,
la retama, el limón y el membrillo,
si el otoño sigue despilfarrando
todo el amarillo,
amarillo, amarillo,
amarillo?

               A Víctor Sandoval

 

 

AUTOCRÍTICA DEL CUERVO

Hasta mi propia sombra
me huye
cuando cae la noche.

 

 

DE SABORES Y COLORES

1

El desaire de una flor
o un granito de sal
pueden llenar de amargura
el corazón de la abeja.

2

La mínima luz
del crepúsculo o un árbol
recién pintado
pueden teñir de rojo o verde
el débil trino amarillo
del canario.

3

Muere la tarde
y el rojo intenso del cielo
le da el toque de color
que le hace falta al ciruelo.

 

 

JUEGO DE LUCES

1

¿Al darse sus zambullidas
bajo el agua las luciérnagas
continúan encendidas?

2

La luciérnaga asesina
amenaza con lanzarse
en un estanque de bencina.

 

 

CABALLEROS DE LA TRISTE FIGURA

1

¿Qué crímenes cometieron
para que les cortaran
los brazos y la cabeza
al chaleco y al sombrero?

2

A un cuarto para las tres
y a las nueve y cuarto,
engreído varón chapado a la antigua,
—¿a dónde irá?—
Don Reloj se pone los bigotes.

3

¿No ha comido o ha muerto?
¿Por qué la bicicleta
camina en esqueleto?

 

 

FÁBULA DEL PÁJARO-ABANICO
(de plumas)

Airoso pájaro de verano
el abanico.
Ave real
de ala impedida
y mutilado pico.

Pájaro que perdió la voz
y que danza dormido.
Sobre la palma de la mano
edifica su nido.

 

 

PREGUNTAS A MATIBEL SOBRE
LOS SECRETOS DE SU GATO

¿Quién le puso calcetines
marrones a tu gato?
Se pasa hurgando las cosas,
¿quién le escondió los zapatos?

Si no le crecieron alas
¿por qué tiene vuelo?
Con el azul de tus ojos
¿quién le ha pintado los sueños?
Con el azul de tus sueños
¿quién le ha pintado los ojos?

¿Por qué quiere ser cometa
de siete colas?
¿Qué le ha impedido ser flor?
¿Por qué finge ser pescado?
¿Se está transmutando en cisne?
¿Antes de gato fue pájaro
con disfraz de tigre?

¿Quién le ha comprado un abrigo
de piel (de gato), quién
le ha bordado los guantes,
quién le ha puesto los mostachos
blancos, quién le ha pintado
las puntas de las orejas,
Matibel, a tu gato?

 

 

LA LUNA Y SU ANTIGUO HABITANTE

La Luna no es astro,
la Luna no es blanca,
la Luna no sale de noche,
la Luna no es redonda,
Ia Luna no será habitada,
la Luna nada tiene que ver con las mareas
      ni con los cosmonautas,
la Luna es una flor amarilla hecha de vapor niquelado,
la Luna es el atisbo inquietante de Narciso desorbitado y loco,
a la Luna en su mansedumbre sólo le falta el cisne,
en los crepúsculos la Luna funde su metal
      para enchapar la cola de las sirenas,
una mujer desnuda sumergida en un estanque
      es la otra cara de la Luna,
por la cascada sabemos que la Luna precipita sus represas,
las bestias engullen la Luna en los abrevaderos,
presa de pánico la Luna acepta que los lobos
      acicalen el colmillo en sus escamas,
la Luna es el ojo del náufrago en el temblor
      supremo del sobresalto,
los lancheros decapitan la Luna con sus remos,
la Luna es la sombra amoratada del ahogado
      persiguiendo sin sosiego a los navegantes,
la Luna ronda los sueños,
la Luna es el atajo por donde huyen los enamorados.

               A Fernando Quiñónez,
               a Nadia Consalini.

 

 

JUEGO DE ESPEJOS
(fragmentos)

(El poeta)

Para bucear imágenes
me sumerjo en el sueño,
para cazar sirenas
tiro mi anzuelo al espejo.

(Museo de cera)

El espejo se vuelve
—no lo olvidemos—
coleccionista de máscaras
cuando envejecemos.

(Pregunta al espejo ciego)

¿Es verdad
que
a tientas
retratas
la soledad?

(El encantado)

Oigo croar a veces
al sapo prisionero
que un día saltó
del charco al espejo.

(Invernal)

Seco despertó el espejo
la noche de los fantasmas,
en niebla de los caminos
se convirtieron sus aguas.

(El espejo se confiesa)

Por no quebrar mi calma,
nunca quise a los hombres
retratarles el alma.

(Hallazgo)

Habita un cisne de bruma
en el fondo del espejo:
ayer le arranqué una pluma.

(Espejo fantasma)

Mi buen espejo fantasma,
sólo el olvido retratas,
las caricias sin la mano,
y los besos sin los labios,
y las notas sin el piano.

(Dilema de Narciso)

Ser o no ser, indeciso,
en su duda se atormenta:
ser espejo o ser Narciso.

(Narciso ebrio)

1

Doy ávido un manotazo
y al destrozar el espejo
me miro en cada pedazo.

2

Doy beodo un manotazo
y al destrozar el espejo
me bebo cada pedazo.

Elije la versión más sobria, abstemio lector.

               [Libro segundo: De los duendes y la villa de Santa Inés]

 

 

LAGO DE LOS CISNES

1

¿Qué cosa se le responde
si nadie sabe
lo que interroga el cisne?

2

El cisne sobre el cisne
en el silencio del lago:
mudos los dos se interrogan.

3

Cisnes:
develar la blancura
que esconde en su negror
la noche.

4

El cisne discurre apacible
en la mansedumbre del lago.
No perturbar, liróforos,
el silencio de la página en blanco.

 

 

RACIMO DE UVAS BAJO LA PARRA
(fragmentos)

(Poética)

Le cuesta siglos
al tiempo
tallar un grano de arena.

(Bálsamo)

Gracias, hierba,
naces para mitigar
las durezas del camino.

(Presagio)

Mala suerte:
al trébol de cuatro hojas
lo agujereó el gusano.

(Acto de magia)

Al ciervo
mientras dormía
le creció un árbol.

(Destino)

Crece el pino
—cuna o ataúd—
sin sospechar su destino.

(Prodigio)

Nadie imagina
que esconde bosques
una semilla.

(Tintorería)

El cuervo
se frota con la noche
hasta teñirse de negro.

(Desolación)

Solo, en el invierno,
quiero oír aunque sea
el graznido de un cuervo.

(Oficios)

Soy un fantasma,
por la mañana
me vuelo sábana.

(Bosque)

Y como todo:
las hojas de los libros
tienen su otoño.

(El tiempo)

Qué adustos
me miran los juguetes
desde que soy adulto.

(Tinieblas)

Oigo insomne,
cómo trémulos cantan
los gallos de la noche.

(Postre)

Como los humanos
a veces la mosca
se frota las manos.

(Claroscuro)

Opaca el estero
de esta noche blanca
la sombra de un cuervo.

(Siembra)

Increíble pero cierto,
cada pepa de manzana
guarda un huerto.

              [Libro tercero: Inauguración del otoño]

 

 

FÁBULA DEL RELOJ Y EL PÁJARO CUCÚ

Siempre quise tener un pájaro reloj que cantara las horas. O un
      reloj en forma de pájaro. O un pájaro flauta que usara reloj.
      Solo lo había visto en sueños y en los cuentos, hasta que un
      día lo vi en Ginebra: a una bandada de relojes, a la hora en
      punto, le crecían plumas. Y la tienda se convertía en bosque,
      en concierto, en parque natural de pájaros que inundaba de
      música la ciudad.

No recuerdo cuántos francos pagué por este pájaro de relojería.
      En su idioma cada cucú parece que repitiera: tiempo tiempo
      tiempo tiempo.
Lo elegí por su talante, por la naturaleza de árbol que llevaba en
      el cuerpo.
Ahora, bucólico y forestal, habita cerca de un arbusto del jardín.
Su efigie, esculpida en madera preciosa, alerta que ahí vive el
      pregonero del tiempo (tiempo tiempo tiempo).
Apenas si se deja ver. Sale, canta y con las mismas se esconde.
      Ha aprendido a temerle a los humanos. Y a los felinos.
En su recuerdo de las horas sentimos que se nos van los años.

Cierta vez al décimo cucú se le acabó la cuerda y quedó pájaro
      indefenso, fuera de su nido, expuesto a los digitígrados de
      la noche.
Al día siguiente lo hallamos tieso, mudo el trino, casi inerte.
      ¡Y pensar que podía no haber amanecido!
¡Qué injustos somos los hombres! Mi remordimiento por
      tenerte preso me hace soñar que doy cuerda a tus alas para
      que te reúnas con los otros pájaros.

El tiempo vuela, pájaro de reloj cucú.

 

 

FÁBULA DEL CUERVO ORIUNDO DE GINEBRA

Cuando no hay un alma en casa y tengo que almorzar solo,
      invito al cuervo. Lo siento junto a mí en el tablero
      de la mesa.
Me distrae su compañía. Su lealtad supera la de algunos
      amigos. ¡Tan simpático el cuervo con su pico curvo,
      su traje negro, recién untado con los betunes de la noche,
      en el que relucen filamentos dorados!
Sus piernas y sus alas flexibles se acomodan a cualquier
      postura y a cualquier amo.

Disfruta sintiéndose a mi lado, sobre todo cuando pelo
      las uvas y desorbitadas ruedan sobre el plato de postre.
      Él me observa con avidez, se le hace agua la boca.

Lo adquirí en el mercado de pulgas de Plainpalais de
      Ginebra, que se puebla miércoles y sábados de
      mercaderes y mercachifles.
El elegante cuervo lucía aquella tarde en un mostrador,
      muy campante, cruzado de piernas. Tenía la misma
      gracia, el mismo aire de distinción.

Entre máscaras, campanas, relojes y otros objetos
      antiguos, era maese cuervo el que daba la hora.
Atento el ojo, contemplaba con puntualidad los ires y
      venires de las cosas, el comercio incesante de la vida.

Se siente bien cuando me acompaña. En su silencio
      percibo un hálito de ternura, pero yo sé que en el
      fondo lamenta su naturaleza de madera.
Él preferiría ser cuervo de carne y hueso y aguardar el
      momento propicio para sacarme los ojos.

               A Patricia Zamora y a Carmine Amen

 

 

FÁBULA DEL ARCA EN LA CERÁMICA DE ROSAMAR

No es de madera de gofer. Es arca de barro, de la
      misma materia que hacen algunas aves sus nidos.
Barro cocido en hornos de alta temperatura para que
      resista las tormentas.
En sus aposentos habita toda especie de animales, de
      dos en dos, macho y hembra, como ordenó Dios:
el puercoespín con su puercoespina,
el elefante con su elefanta,
el calandrio con su calandria,
el jirafo con su jirafa,
el bufeo y la bufea, más bella a sus ojos que una top-model.
El erizo con su eriza (las flechas que lanzó al cielo
      volvieron al erizo).

Antes de estallar las cataratas, la tortuga guardó las alas
      y se puso a caminar. Fue la última en entrar al Arca,
      seguida de su tortugo. El hipopótamo y la hipopótama,
      los primeros en ingresar. De por vida el cuervo
      blanco con su pareja se vistieron de negro.

Cuentan los animales que las aguas cubrieron las más
      altas cimas hasta que el viento las retiró por orden del
      Señor. Era ya bastante el castigo.

Noé de seiscientos años pudo vivir otros trescientos
      cincuenta en la región montañosa, rodeado de vides,
      árboles frutales y con el pájaro iris reposando en arco
      sobre el cielo, señal del pacto de Dios con la Tierra
      y con todo ser viviente. Ni diluvios ni destrucción de
      toda carne, pacto que ha incumplido el hombre.

En el monte de Ararat, reuniendo parejas de aves según
      su especie; las bestias y reptiles según su especie,
      un varón justo y perfecto, en previsión, reconstruye el
      Arca.

 

 

UN SOLO DE MÁQUINA DE ESCRIBIR

No alcancé a usar pluma de ganso.
Fui escolar de pluma de acero y pomo de tinta.
Ave de pluma de cristal, de pluma fuerte. En mi tinta
      azul se miraban el cielo y el mar y mi traje
      dominguero.
(¿Quién no tiene un traje azul?)
La reemplazó el bolígrafo. Creció el mundo y crecí yo.
Llegué, veloz, en locomotora, a la máquina de escribir.
Me volví gallo: picoteaba las teclas con un dedo,
      imaginándolas granos de maíz. Remington Rand,
      te sabrás de memoria mis primeros poemas.
Oigo hasta hoy tus conciertos de piano: Bach,
      Beethoven, Mozard, Chopin, Vivaldi. Tren de
      escritorio (Delux Model 5) avanzando por las cuatro
      estaciones.

 

 

POEMA PARA SER LEÍDO BAJO UN PARAGUAS

El paraguas es una flor que se abre con la lluvia.

Se humedece más que el amor en los bulevares de una
      noche de invierno.
Cuando los amantes se separan el paraguas llora en un
      rincón junto a sus pares, cerrados como murciélagos
      dormidos.
No le teme al zigzag de la daga con que amenaza el rayo
      ni se inmuta ante la voz tronante de la tormenta.
      Hace buenas migas con la garúa, a quien tiene por
      mojabobos, llamándola chirimiti o chipichipi.
En las estaciones secas el paraguas permanece mustio, se
      conduele de los desiertos, de los páramos, de la
      orfandad de los hombres del campo: «corazón de
      agua./ corazón de tierra/ ay qué pequeñita/ se
      quedó mi siembra».
Los hongos enanos sueñan crecer y volverse paraguas.
      Es curioso verlos, después del temporal, de lo más
      frescos, limpios, vestidos de blanco.
Los parasoles son su familia, pertenecen a otros climas,
      se abren cuando el Sol está en plenilunio dorado
      y el aire se guarece bajo sus alas para proporcionar
      sombría y refrigerio.
Nada más semejante a mi melena que el un paraguas en
      una mañana coronada de nieve.
Pobres paraguas míos, descendidos de cielos remotos,
      colgados del perchero como oscuros murciélagos.
      paraguas con los que recorrí calles adoquinadas,
      caminos de herradura, pasadizos perdidos, paraguas
      que duermen en soledad y sueñan con una nube
      negra y gorda, dispuesta a abrir sus represas sobre
      Lima, la dorada Lima, donde no llueve y esta tarde
      me quita las tardes de vivir.

 

 

FÁBULA DE LA COCINA Y EL DIABLO

De la chimenea de una cocina antigua aparece el diablo,
echa óxido y humo por pelos y oídos,
sus ojos son brasas sazonadas en el infierno;
le alza, el condenado blasfemo, la mano a Dios;
sus cuernos tenebrosos no cesan de provocar tormentas,
habla el mismo idioma de ajos, truenos, rayos y cebollas;
mete la cola en todas partes, desencadena entuertos,
con trinches persigue a los chanchitos de tierra,
marchita las azucenas con tufo de aguardiente,
pinta de negro las hornillas, derrama la sal,
en el caldo servido echa bocanadas de azufre;
a mares hace llorar a la cebolla, enfurece al ají,
le saca filo a las espina oculta en el pescado,
sobre el mantel vuelca el aceite hirviendo,
mantiene en el plato de sopa el puchero caliente,
intenta achicharrar la boca de los ángeles;
después, por la noche, en su aposento en llamas,
llora tan humano, contrito y triste, y se arrepiente.

               [Libro cuarto: A bordo del arca]

          (Noe delirante, 1963-2018)

 

arturo corcuera 350Arturo Corcuera (Perú 1935-2017). Poeta y profesor universitario. Entre otros galardones recibió el Premio Nacional de Poesía 1963 y el Premio Casa de las Américas 2006. Obtuvo la Orden Rubén Darío de Nicaragua en 2017. En su original universo poético el autor fabula con gran maestría todo aquello que lo asombra, a partir de observaciones agudas que sintetiza de manera exacta e ingeniosa en sus versos. La utilización de recursos retóricos y fonéticos, el tono inocente y juguetón, el humor y cierto espíritu infantil están presentes en sus textos. En ellos también se observa un trasfondo intimista y social. Noé Delirante es su obra más significativa y cuenta con más de una decena de ediciones, a las que se han ido sumando nuevos poemas. Algunos críticos llaman a Corcuera El mago de la palabra.

 

Material de consulta:
Noé delirante. Ilustrado por Lefebvre. Lima: Universidad Alas Peruanas/ FCE, 2005; A bordo del arca. Perú: FCE, 2007; Noé delirante. Perú: Debolsillo, 2018.

 

"Domingos de poesía" es una idea original del poeta Sergio Laignelet, colaborador de Aurora Boreal®. Se publica semanalmente. Toda la selección y cura de los materiales por Sergio Laignelet.

 

sergio laignelet 250

Sobre Sergio Laignelet
Bogotá, 1969. Poeta colombiano residente en Madrid, editor, corrector de estilo y ortotipográfico de publicaciones educativas y culturales. Libros publicados: That's all Folks! (poemas animados). Madrid, 2017; Cuentos sin hadas. Canarias, 2010; Carnaval (plaquette). Bogotá, 2007; Malas Lenguas. Bogotá, 2005. Ediciones bilingües de CSH: Danés: Omvendte eventyr. H. Krarup trad. Copenhague, 2017; Francés: Contes á l’envers. R. Durand trad. Toulon, 2015, y Colomiers, 2017 (además, poemas suyos han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, sueco, finés, polaco y japonés). Antología editada: Gatimonio: poemas de gatos de autores hispanoamericanos. Madrid, 2013.

Poemas de Arturo Corcuera ©Herederos de Arturo Corcuera. Selección de poemas: Sergio Laignelet. Material enviado a Aurora Boreal® por Sergio Laignelet. Poemas publicados con autorización de ©Herederos de Arturo Corcuera. Fotografía cedida por Herederos de A. C. ©Rodolfo Moreno. Fotografía Sergio Laignelet © Lorenzo Hernández.

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