La incómoda amenaza del alzheimer

leopoldo_quevedo_001Las enfermedades son incómodas huéspedes en la vida del ser humano y hasta de los animales rasos. Le impiden levantarse de la cama, comer "de todo", ir de compras y de fiesta y se encierra por la fuerza como en cuarentena en la casa, como algún reo en su condena. Ni se puede bañar en regadera ni o viajar. Molestan más que huésped nuevo en hotel a media noche. A duras penas, a veces, puede leer. Pero, por lo menos, se acuerda de lo que puede y no hacer.

Claro que de eso de no acordarse por el alzheimer se hace con frecuencia un chiste. Y no sólo lo argumentan los que pasan de los 80, sino los políticos, los maridos, los hijos, el Dane, el gobierno, los bancos y todo el género humano. Nos hacemos los olvidadizos y se lo achacamos a esa nueva enfermedad.

Porque la TV, la radio, los médicos le hacen propaganda y en las conversaciones sociales cuando alguien se traba o sufre un lapsus, como dijera Freud, hacen que nos enfrasquemos en el aburridor tema de la tal enfermedad. Se vuelve como una burla y por si acaso uno está pasado de los 40, ya comienzan los nervios a causar mella por la amenaza que nos viene.

El alzheimer es entrar a un terreno árido donde no se dan frutos ni cardos ni hay que tomar atajos. Se camina al frente y, de pronto se encuentra una columna que nos detiene el paso. Ya uno no se acuerda ni por donde anda. No puede el individuo coger un diccionario o un mapa o preguntar al vecino quién es o donde vive. No hace falta, porque el alzheimer hará que el que lo sufre se mantenga bien guardado entre sus familiares o en un hogar donde lo cuiden y le sirvan de memoria. Se volverá uno, tal vez, si esta enfermedad lo agarra, como un niño travieso que ni se aburre ni se manda y vivirá en un corral o amarrado a la pata de la cama.

Leopoldo de Quevedo y Monroy. Escritor colombiano. Ha publicado Confesiones de un cura casado, 1999, los poemarios Versos sacros y profanos 2005, Cotidianidad en Re-verso, 2006, Sobre los cuernos del tiempo -ensayos cortos- 2008. Publica en El Tiempo de Bogotá, El Liberal de Popayán, Cali Cultural Proclama Norte Cauca, Santander de Quilichao, Buque de Papel, Bogotá. En las revistas internacionales Destiempos de la UNAM de ciudad de México, Letralia de Venezuela, Portal del Humanismo del Instituto Cervantes de Madrid y Remolinos de Lima, Perú. Exaltado como biógrafo de Poetas y ensayista por la Fundación Cultural Casa de Poesía Aurelio Arturo, 2009.

Oí decir que el alzheimer puede prevenirse si se descubre a tiempo. Si uno lee un libro y no puede concentrarse o se le olvida la secuencia, o si no puede resolver el crucigrama, o si se despista de la casa a la tienda más cercana, no espere que se agrave. Tome rápido el camino de la EPS y mire a ver si su mal y los remedios están en el POS y, si no, ponga tutela aprisa pues el mal después lo hará olvidarse de que existe. Usted está amenazado de un enemigo que no llama por teléfono desde una cárcel ni lo espera en una moto a la salida de la casa.

Si usted no es candidato a tener alzheimer, no se preocupe. Siga tomando su vino, su whisky, su bandeja paisa, siga leyendo libros, caminando a diario, oyendo radio y enterándose de las noticias aunque sean de política y de guerrilleros muertos. Usted morirá como morían los demás antes que la ciencia y los nuevos avances de las enfermedades encontraran ese mal con nombre alemán. Morirá en sus cabales y de simple mal de arrugas.

Si tiene menos de 40 y se le olvidan algunas cosas importantes no haga caso de las burlas. No es alzheimer. Es peor que eso. Es haber perdido la memoria. Y ese mal se da en Colombia. Ya no hay historiadores ni periodistas que les recuerden a los ciudadanos que lo que pasa a diario en nuestras ciudades son dos pandemias que se llaman en castellano corrupción y mentira.

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