Desde aquí —también desde la cercana capital— los personajes nos hacen confidentes de sus muchas y sucesivas historias que en realidad son una sola. Notas musicales que se acoplan en función de la sinfonía mayor. Unos se inventan versiones de la realidad por no estar satisfechos con la suya, otros no sienten miedo de quejarse y llegan a decir, tamaña osadía, frases como esta: "Estamos rodeados de cercas, de alambres de púas, y cuando desaparece una ponen nuevas tapias, enrejan otra vez con zarzas, con sentidos trascendentales". Otros encuentran la evasión en los efluvios del alcohol y brindan, por quién si no, por los fantasmas.
El sexo es una constante necesaria, desconcertante en ocasiones, lo mismo que la traición, el temor, la falta de fe, el engaño, la separación y esa extensa suma de males que alineados por las circunstancias sirven de forzoso pentagrama al autor y sus desdoblamientos. Prepárese además el lector a colaborar activamente con la escritura, a asumir el rol de personaje ocasional que se proyecta llenando los espacios que José y sus tocayos van dejando a nuestro libre albedrío.
Muchas y en ocasiones excelentes fueron las obras escritas por cubanos que vieron la luz durante aquellos años convulsos de fin de siglo, pocas sin embargo que afrontaran la problemática nacional con el desenfado casi temerario de Mariel. A lo que debe sumársele el hecho de haber sido escrita no en Madrid, ni en Londres, ni en París, sino bajo el sol ardiente de La Habana, enclave todavía peligroso para quienes practican el oficio de escribir. Vaya pues añadido al mérito literario el de afrontar la realidad sin disimulos, sin medias tintas. El acto valeroso de decir: "La Seguridad del Estado es la inseguridad para cada uno de sus ciudadanos"; porque lo diabólico es que "a cada cubano le pusieran ese sello en la lengua y en los oídos, como si estuvieran marcando reses al rojo vivo".
El hecho de que los protagonistas compartan el nombre del autor parecería un guiño temerario a la censura. Mofa, desafío, una broma más entre las muchas que salpican de humor cada capítulo. Prats Sariol se declara cuatro veces culpable ante los ojos y oídos de quienes buscarán bombas, asonadas, planes ocultos entre los renglones: "En efecto, camaradas —les dice— yo he sido".
Vivo el entusiasmo, los invito a esta travesía literaria por un país estancado en el tiempo, al fragmento de una historia que asentada sobre ruinas no encuentra su porvenir, a los cinco movimientos de la rapsodia para una isla habitada por seres que más que hablarnos de sus vidas nos invitan a participar de ellas, a hacer las veces de lectores y confidentes.
Quizás ser cubano facilite la lectura, pero no serlo —como un vecino que acaba de leerla— es un espléndido ventanal abierto para quienes desde otras latitudes se adentran en la literatura caribeña, donde Cuba ocupa un sitio extraño. Mariel hará de la lectura un diálogo, la rapsodia que sus personajes nos invitan a disfrutar.
Lázaro Echemendia
Cuba, 1971. Graduado en medicina en 1996 emigra a Estados Unidos en 2002. Actualmente reside en Houston, Texas, donde es profesor de espanol. Escribe en varios blogs. Su cuento "La noche del general" ganó el primer premio del certamen de relato corto "Meliano Peraile" Madrid, 2013.
Edición definitiva de Mariel enviada a Aurora Boreal® por Lázaro Echemendia y José Prats Sariol. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Lázaro Echemendia. Foto carátula Mariel © cortesía Editorial Verbum. Foto Lázaro Echemendia © Lázaro Echemendia.