José Alias - 'Nada de nombres' - fragmento del libro

Nada de nombres
José Alias
Novela
Turpin Editores
216 páginas
ISBN 9788494916618
2018

"Un libro lúdico, inteligente, que sabe rasgarse la piel para mostrar su mecanismo interior y que combina sutilmente el registro coloquial con referencias cultas a la música, el cine y la literatura. La trama, policial, es también cautivante y está adobada con finas notas de humor e ironía. ‘Nada de nombres’ es una novela que, al igual que las manos de Escher, se pinta a sí misma: la pregunta acerca de los límites entre la realidad y la ficción”,

Rodolfo Lara Mendoza. Santiago de Chile

Fragmento del libro

 

Cambios

 

Me sorprendió ver luz en la ventana del edificio de enfrente, donde tendían las ropas de los niños. Era de noche y no había movimiento tras los visillos corridos que eran los mismos de siempre, los que recordaba; aunque la mente suele jugar su propio juego y había pasado un tiempo desde que terminó, o yo di por terminada, aquella historia que acabó con el extraño suceso del disparo en la piscina donde jugaban los delfines.

nada nombres 375El verano había sido largo y caluroso, se agradecían las noches frescas para pasear pisando algunas hojas secas que iban alfombrando las aceras y que los barrenderos recogerían a la mañana siguiente. La aventura con la rubia, había vuelto a su lejano país del norte, me había dejado un poso de tristeza y andaba algo más solo, si cabe, que antes de las batallas floridas. Así es la vida, me decía, caminando otro rato antes de volver a casa.

Esa noche, ya estaba girando la llave de la puerta y el gato ronroneaba pegado a mi pierna derecha, cuando oí con claridad una voz que decía: No es nada personal. Me volví y no vi a nadie. La ventana del segundo del edificio alto de enfrente ahora estaba apagada y ni un solo ruido se escuchaba en el patio o por los alrededores. Es tarde, me dije, intentando tranquilizarme. Entonces, algo me golpeó en la cabeza y perdí el conocimiento.

Qué me traerá el otoño, qué voy a hacer con mi vida… fue lo primero que me vino a la cabeza tirado en el suelo, mientras alguien me levantaba a medias y me apoyaba contra la pared. ¿Se encuentra bien? identifiqué que decía la voz de la viuda, a la que fui distinguiendo como emergido de una niebla pesada y vacía pero a la que, a pesar de todo, reconocí en ese relámpago cuando apenas podía registrar nada; esto lo estoy escribiendo después, en otro momento, entonces no sabía dónde estaba, no podía saber quién era.

Poco a poco el campo de visión se fue haciendo más amplio y vi a más personas a mí alrededor, un perro, algunos policías, varios gatos, un hombre con gafas y pajarita algo beodo que insistía en tutearme como si me conociera de siempre y tuviera alguna relación cercana conmigo… Tienes que seguir con el libro, espabílate, ya me han dado un adelanto los de la editorial, venga, que nos conocemos. No recuerdo, le dije. La ficción sirve para pagar la realidad, querido autor, no lo olvides… ¿Dónde estoy? Venga, venga, déjele tranquilo, necesita descansar, intercedió la viuda que me levantó con ayuda de un policía. Entre ambos me llevaron hasta una cama en la que me tumbaron, mientras otro agente del orden pedía calma y dispérsense, aquí no hay nada más que ver, que mañana será otro día y hay que madrugar. Buenas noches, remató, cerrando la puerta tras de sí.

Tras un largo rato de idas y venidas, mientras hablaban con unas cajas que se ponían en la oreja y un caldo caliente me sentaría bien y me ayudaría a descansar, que se tome también el calmante oí decir a una mujer vestida de blanco… Claro, enfermera, no se preocupe, lo tengo en la mano, dijo otra voz de mujer. Giré la vista en una semicircunferencia suave y me encontré en tierra de nadie, rodeado de desconocidos que intentaban ser amables conmigo, no tenía dolores, si acaso una pequeña molestia en la parte de atrás de la cabeza y una sensación de ir cayendo poco a poco en un agujero mientras se me iban cerrando los ojos, pensando, no sé por qué ni cómo, que ahora era Un hombre sin pasado, aunque la música que emitían por la radio, que llegaba muy bajita, me sonaba como de antes… I’m got nobody, cantaban… ¿De antes de qué?

 

1jose alias 275José Alias
La Nava, Sierra de Gredos, España, 1959. Actor, dibujante, fotógrafo, narrador y poeta.

 

Material enviado a Aurora Boreal® por José Alias. Se publica en Aurora Boreal® con autorización de José Alias. Carátula del libro Nada de nombres © cortesia de Turpin Editores. Carátula enviada a Aurora Boreal® por José Alias. Fotografía José Alias © Archivo del autor.

 

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