Puro Cuento
Cada verano la misma vaina. Dormir en el sofá de madera y mimbre sin colchón, observar el vaivén de los enormes senos de la tía Carmelina, y de vez en cuando, jugar en el alcantarillado con los niños del vecindario cuando ella me lo permitía. Papá siempre me acompañaba cabizbajo a la estación de ferrocarril para tomar el tren que me llevaría a Minas-Pueblo Nuevo. Nada era nuevo, solo calles de tierra y casas con portales de madera para que la gente no se enlodara durante la temporada de lluvia. Papá me arrastraba con la mano colocada sobre mi cuello evitando los vendedores ambulantes que proponían empanadas de carne y pirulís, hasta que llegábamos al vagón de segunda que me llevaría a pasar el verano con la tía Carmelina. Papá nunca se despedía, me colocaba enfrente del vagón y desaparecía.
El viaje a Minas lo definía mamá como tiempo de vacaciones.
-Es para que engordes y tomes mucho sol.
Mi interpretación era diferente, que los tiempos eran precarios y que una boca menos en casa era mejor que una boca más. "Tiempo muerto" es lo que llamaban al desempleo.
La tía Carmelina y el tío Armando eran propietarios de una Bodega; el antiguo salón de la casa transformado en lugar de negocios. No había mucha mercancía para vender, un gran saco de arroz y otro de frijol negro dominaba el reducido espacio. Varios racimos de plátanos verdes colgaban enganchados del techo. Sobre una gran nevera había colocado en fila una serie de botellones de boca ancha repletos de caramelos de diferentes colores. Dos carteles anunciaban ¡Cerveza Polar. Bien fría! Todavía Carmelina no había inventado el durofrío. Carmelina era gorda y alta. Tenia una personalidad fuerte, y sólo se le notaba el lado sensible cuando lloraba, lo cual era frecuente cuando se creía sola en la cocina. La historia de su vida nunca fue ni clara ni transparente. Característico de mi familia, mucho misterio y pocas explicaciones. Claro ejemplo fue cuando mi hermano menor anunció que había descubierto que era el primogénito. Cuando pedí explicaciones ante tal evento me respondieron que no había nada que comentar.
- Detalles
- Por Emilio Mozo
de encontrarnos
años después,
con nuestros grandes amores.
(Cristina Peri Rossi, Oración)
El chorro de agua fría le erizó la piel. Se aplicó jabón morosamente, deteniéndose en las colinas del pubis, sin placer. Pensaba en Memo. Había advertido en los últimos días que en sus ojos renacía ese brillo de felicidad que tanto la abrumaba y esa mañana, cuando el marido salió sin despedirse, tuvo la seguridad de que no se trataba de presagios vanos. Dejó que el agua corriera por su cuerpo largo rato, hasta que las lágrimas cesaron. Giró el asa del grifo, tomó la toalla y miró en el espejo su desnudez inútil. Cuando se estaba vistiendo, se estremeció como si hubiese sufrido una descarga eléctrica. Tiró la blusa al suelo y se limpió frenéticamente los brazos, sintiendo aún la inmunda pelusilla de las patas en la piel crispada. Le gritó a la empleada que trajera el veneno, mientras seguía excitada la carrera loca del insecto.
- Detalles
- Por Óscar Osorio
- Detalles
- Por Alejandro José López Cáceres
se hace más allá del bien y del mal
Friedrich Nietzsche
"Can we stay here?", preguntó el niño y Magda por primera vez no supo qué decir. Respiró hondo y fumó lo que quedaba del cigarrillo. Miró al pequeño. Sus ojos caramelo esperaban respuesta. Puso la colilla en el cenicero y sentó al niño en sus piernas mientras el humo del cigarrillo dibujaba arabescos en la habitación.
- Detalles
- Por Hemil García
El primer presentimiento que tuvo Verónica de que algo o alguien estaba tratando de tomar contacto con ella se redujo a una confusa sensación de perplejidad que se halló muy lejos de presagiar con claridad algo determinado. Sucedió durante una representación de la Antígona de Sófocles, en la que desde hace algunos meses desempeña el papel de Ismene. De pronto se vio a sí misma de pie delante de sí mientras desarrollaba su actuación, como espectadora y actriz al mismo tiempo. No se trataba simplemente de una división de la personalidad, como si cada una de dos partes diferentes de su yo hiciera cosas independientemente de la otra, sino de la unidad indivisible y conciente de ambas partes dentro de esa división: ella, la Verónica de todos los días, estaba siendo testigo presencial de Ismene, la Verónica actriz. De otro modo, tal vez ni se hubiera enterado del hecho.
- Detalles
- Por Ubaldo Pérez - Paoli
Lo despertó el rolido del buque, como si navegaran en alta mar. Al principio creyó que era un sueño, luego se dio cuenta de que estaba todavía en su camarote, en el barco que había tomado tres días antes y donde, si todo seguía su curso normal, no iban a demorar en venir a llamarlo para el desayuno. No tomaría jugo de naranja esta vez, ya había tomado bastante desde su regreso a estas tierras, lo suficiente para desquitarse de la falta de verdaderos jugos allá en el viejo continente.
- Detalles
- Por Gabriel Uribe Carreño
Analista senior con amplio y comprobado conocimiento de programación en java se requiere para trabajar en proyecto de magnitud considerable. Al menos cinco años de experiencia comprobada. Disponibilidad inmediata. Salario a convenir de acuerdo con experiencia. Ver mayores detalles en página web e instrucciones para enviar solicitud laboral.
Octavio terminó de beber de un solo sorbo el resto del primer café de la mañana. Prendió su tercer cigarrillo mecánicamente. Se tocó el mentón mientras pensó que primero se afeitaría la barba de varios días y luego entraría en la página web que mencionaba el aviso del periódico. Dio una aspirada profunda y lenta al cigarrillo mientras comentó en voz alta para sí mismo:
¡Carajo, es que ni mandado a hacer a la medida! Ese puesto me calza como anillo al dedo -
- Detalles
- Por Guillermo Camacho
En el sueño ella busca un libro cuyo título y autor no recuerda. Va con mucha prisa por sórdidos callejones. Una luz mortecina la conduce hasta el escaparate de una librería. No sabe el nombre de la ciudad ni el tiempo que lleva en ella, pero se mueve como si la conociera. Traspasa el umbral de la puerta del establecimiento que encuentra silencioso y quieto. Entre anaqueles, estanterías y mesas de exposición, llega al centro donde está la registradora. Inclinada, se encuentra una mujer buscando algo pequeño, un alfiler, un pendiente, o una moneda. Peinada con el cabello recogido, viste trajes de otra época, de sufragista inglesa tal vez. Es tan delgada que se le ven los huesos bajo la fina piel. Ante su insistencia en ser atendida, la mujer se vuelve para mirarla con frialdad. Cuando le pregunta por el libro, sin darle el título ni el nombre del autor, le señala un fondo tenebroso. Allí encuentra un cesto con libros a precio de saldo. Empieza a escarbar desesperada entre guías de viajes y almanaques antiguos. Su vida depende de ese libro sin título, sin el nombre del autor. Debe encontrarlo antes de que despierte. Pero el sueño se interrumpe cuando está a punto de dar con él.
- Detalles
- Por Consuelo Triviño Anzola
⎯ Para Soranlly ⎯
Inédito
A los veinte minutos de entrar en el estudio ya te habías acostumbrado. Un tipo levantaba ese cartel en que aparecía el letrero "Aplausos" y todos obedecían. Vos hacías lo mismo porque te explicaron, desde el principio, que en eso consistía el asunto: aplaudías y a la salida te pagaban quince euros. Y habías llegado como la mayoría de los que estaban allí; o sea, por la famosa, por la maldita crisis económica. En fin, el caso es que la cita inicial era en la estación de metro Plaza de Castilla. Ya después repartirían la gente de acuerdo con las necesidades de público que tuvieran los diferentes programas; porque se trataba de eso, de salir en televisión. Aclaremos: ni como estrella, ni en calidad de invitado, ni porque te fueran a preguntar nada; faltaría más. Pero por algo se empieza, Filomeno, y vos nunca fuiste un hombre de poca fe.
- Detalles
- Por Alejandro José López Cáceres