Literatura
...y así, en esa quietud noctura, en el mismo fantasmal ritmo con que se disipa la niebla sobre las aguas del Ronde, en esa misma lentitud majestuosa se desliza una barca guiada por un imperceptible remo. El único detalle que revela su presencia, es el farol de aceite que pende de la proa. El encapuchado, que clava su largo remo en el légamo de la orilla, parece estar de pié y
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- Por Claudio Cifuentes-Aldunate
La semilla de la ira.
Consuelo Triviño Anzola.
Planeta,
Bogotá , 2008
282 p.
¿Quién era Vargas Vila? Esa rara avis. Una leyenda que suscitó todo tipo de reacciones encontradas, un hombre de mundo y un solitario. Ante todo un escritor que tuvo dos pasiones, el arte y la libertad, en cuyos altares ofició con tenacidad. Un profesional de la escritura que contribuyó a la industria editorial de públicos amplios. De hecho, el primer novelista de tiempo completo y horas extras. Un fundador del oficio para el arte literario, a que la prosa fragmentada, la adjetivación, la ortografía subjetiva lo convierten en un vanguardista desde el modernismo. Un cosmopolita que se reconocía a sí mismo como un dandy, un libelista demoledor, un esteta y novelista de gran popularidad en el continente durante treinta años y que se lee aún hoy en distintos círculos sociales. José María Vargas Vila, el autor leído por artesanos y anarquistas, jóvenes enamorados, radicales librepensadores, curiosos de toda condición, que escandalizó y contribuyó a la formación sentimental y política de colombianos, latinoamericanos y españoles.
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- Por Ricardo Sánchez Ángel
El ranking de los libros menos vendidos es un sondeo al pasado. Esta sección pretende recordar los libros injustamente olvidados
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- Por Leo Larsen
En el mes de julio de este año armé la valija y me fui de mi Roma querida a mi Colombia natal a una boda apoteósica de una sobrina. Volé por París. En Charles de Gaulle, antes de abordar al avión en el cual cruzaría nuevamente el Atlántico, me compré en el aeropuerto un libro del escritor egipcio Naguib Mahfuz, El sendero. Autor, al que en honor a la verdad debo confesar sólo había escuchado cuando ganó el célebre premio Nobel, por un comentario del barista de la esquina del bar de mi casa en Roma donde suelo tomar el café y también, por otro gran amigo que vivía en El Cairo y en alguna oportunidad al visitarle me llevó a un café del antiguo sector de Jan al-Jalilí en el cual solía escribir Mahfuz.
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- Por Manuel Cabrales. periodista
Ante el sepulcro de una mujer sin nombre
Anónima serás, aunque un gran duelo
te acompañase el día de la muerte,
y con una oración quisieran verte
atravesando el pórtico del cielo.
Laureles de este mundo hechos de hielo,
sueños que se colmaron de tal suerte
que yacen hoy bajo la losa inerte,
aliviando ese viejo desconsuelo.
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- Por Milagros Salvador
Jamás he visto un ruiseñor,
amé otros pájaros,
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- Por Martha Canfield
Selección de poemas de Eugenio Montejo para Aurora Boreal® por Martha Canfield
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- Por Eugenio Montejo
Escribir sobre la muerte es un tema difícil. Mas complicado aún, cuando se trata de Fonseca, porque crecimos juntos y compartimos una infinidad de experiencias durante el tiempo. Muy cercanas. Muchos años.
En aquel entonces, yo vivía en Roma, y me enteré de la muerte cruel de Fonseca, por otro amigo común de la infancia que envió un mail en cadena a los amigos cercanos. La referencia decía algo así como: “...noticias tristes de Fonseca”... y esa frase fatal pero discreta, fue suficiente para confirmar que la cosa no había terminado bien.
La primera imagen que se me pasó por la cabeza fue la de Fonseca en uno de sus trajes de lino con corbata de seda y camisa de gemelos, una tarde que jugábamos al King. Impecablemente peinado, con una manicura que daba la sensación de que se la habían hecho unos minutos antes. Él, fumando uno de sus negros y delgados cigarrillos marca More, mientras descartábamos la mano de las “no bazas,
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- Por Guillermo Camacho